Durante años, el storytelling ha sido la joya del marketing, las marcas aprendieron a contar historias capaces de emocionar, inspirar y conectar con las personas. Sin embargo, los hábitos digitales y la forma en que las audiencias se relacionan con las marcas han cambiado, hoy, las personas ya no quieren escuchar lo que haces, quieren vivirlo contigo. Ese es el punto donde el storyliving cobra sentido, cuando la experiencia se convierte en la forma más poderosa de contar.

Del hacer al vivir, una diferencia clave
En marketing se habla mucho de storydoing y storyliving, y aunque suenan parecidos, hay una diferencia importante entre ambos.
El storydoing ocurre cuando una marca actúa su historia, es decir, pasa del discurso a los hechos. Por ejemplo, una empresa que dice preocuparse por el medio ambiente y crea programas de reforestación o elimina plásticos de su cadena de producción, está haciendo storydoing, está demostrando con acciones lo que comunica.
El storyliving, en cambio, lleva la idea más lejos, aquí, la marca invita a las personas a formar parte de esa historia. No se trata solo de hacer cosas coherentes con el mensaje, sino de crear experiencias compartidas donde el público se involucra activamente.
Imagina que esa misma empresa ecológica organiza retos de consumo responsable con su comunidad o talleres donde los clientes aprenden a reutilizar materiales. en este caso, la historia se convierte en una vivencia compartida.
El storydoing demuestra coherencia; el storyliving construye pertenencia, es decir, uno muestra lo que eres, el otro hace que las personas lo sientan y vivan.

¿Qué significa vivir una historia de marca?
El storyliving parte de una idea sencilla, las historias se vuelven poderosas cuando dejan de ser un mensaje y se transforman en una experiencia compartida. No se trata de narrar lo que la marca hace, sino de invitar a las personas a formar parte de esa historia.
Imagina una cafetería que además de hablar de su “pasión por el café”, organiza talleres para enseñar a preparar mezclas, comparte los relatos e historias de sus productores y convierte cada taza en una oportunidad para conectar, esa marca no está contando una historia, la está viviendo junto a su comunidad.

De espectadores a protagonistas
Las redes sociales aceleraron este cambio, las personas pasaron de ser oyentes pasivos a protagonistas que comentan, graban, opinan y amplifican los mensajes. En ese entorno, las marcas que logran generar experiencias auténticas, ya sea a través de dinámicas, comunidades digitales o proyectos colaborativos, construyen relaciones más profundas y memorables.
El storyliving hace que la narrativa cobre vida, cada punto de contacto, desde un correo hasta una publicación en Instagram, puede ser una oportunidad para reforzar lo que la marca representa, lo importante es que esa historia se perciba coherente, real y participativa.

Cómo empezar a vivir tu historia de marca
Dar el paso hacia el storyliving no requiere grandes presupuestos, sino una intención clara de conectar desde la experiencia. Te compartimos algunas ideas para comenzar:
Involucra a tu comunidad, abre espacios para que las personas participen en tu contenido, aporten ideas o compartan cómo viven tu producto o servicio.
Haz visible tu propósito, si tu marca tiene una causa o un valor que la mueve, muestra cómo se traduce en acciones cotidianas.
Genera momentos compartidos, talleres, transmisiones en vivo, retos o experiencias digitales pueden ser parte de tu narrativa.
Crea coherencia, cada acción, mensaje o publicación debe reflejar lo mismo que dices ser.
Una historia que se siente viva
El storyliving es una evolución natural del marketing narrativo, mientras el storytelling busca emocionar con palabras, el storyliving emociona a través de la acción. Las personas recuerdan menos lo que les dices y más lo que sienten al interactuar contigo.
Cuando una marca logra que su historia se viva, deja de ser un discurso y se convierte en una experiencia compartida. Esa es la diferencia entre hablar de tu marca y hacer que la gente la sienta parte de su propia historia.















